El lunes estuvimos tratando en clase el interesante tema de la crisis del siglo XVII. Por ello, y antes de colgar lo tratado acerca del tema de la agricultura, he estado echando un vistazo en algunos manuales generales lo referido a este tema, pudiendo ver cómo las visiones son algo variadas (¿quizá contradictorias en algunos casos?), por lo que creo que merece la pena reflejarlo.
“Vuestra Majestad […] ha tratado muchas veces de remediar el daño de la despoblación y de la pobreza de estos reinos, la cual se va sintiendo cada día más. Y aunque se han intentado algunos medios, no se ha visto fruto ni se verá mientras no se supiere con fundamento de dónde procede el daño general y particular para aplicarle el remedio.”[1]
Como señala Sanz Ayán algunos autores presentaban ante el rey sus juicios desde su particular óptica local, si bien al ser leídos por generaciones posteriores impregnaron de una negatividad prácticamente generalizada el concepto que hoy tenemos sobre la economía española de este periodo.
Carmen Sanz Ayán forma parte del grupo de autores que no generalizan, a priori, la decadencia económica del siglo XVII en los territorios de la Monarquía hispánica. De hecho, y atendiéndonos exclusivamente al marco peninsular, hay una variable geográfica y sectorial (como vimos el lunes en clase). Sin embargo, la tradición decimonónica, que recogió las impresiones de los arbitristas, así como los estudios de E. Hobsbawn,[2]estableció algunos juicios apriorísticos algo rígidos.
En la actualidad, tanto en los estudios relativos a los distintos estados europeos como en los relativos a España, el análisis de la crisis del siglo XVII procura abordar los procesos experimentados en aquellas economías desde una perspectiva no de crisis ni recesión, sino de transformación, ajuste e, incluso, especialización.
Como sigue indicando Sanz Ayán, esta nueva orientación ha modificado razonablemente el concepto sobre la decadencia del siglo XVII, lo que ha servido para destacar la importancia de esta centuria a la hora de desentrañar las bases del crecimiento económico experimentado en tiempos posteriores.[3]
Sin embargo, quizá no haya que hablar solamente de un proceso de cambio o reajuste pues, por ejemplo, Pegerto Saavedra sí que habla de una verdadera crisis (si bien es cierto que también habla de cambios) en la España rural interior: “Sobre la caída de la producción y de la población en la España interior no caben mayores dudas” “A los datos cuantitativos, cuya contundencia desbarata cualquier intento de minimizar la crisis, se añaden los abundantísimos testimonios cualitativos, que van desde las intervenciones en las cortes de Castilla a textos de los arbitristas denunciando el abandono de los campos y la ruina de los campos.” Aunque admite que “hubo, sin duda, reajustes”, “como el caso de los cereales secundarios, en concreto el centeno, que notaron incluso un crecimiento. […] Además, al quedar menos cultivadores, y con más tierras y más ganado estante, pudieron sembrar aquellas plantas más rentables en términos relativos.” Pero recuerda que “Con todo, ciertos procesos de especialización o de reajustes en los tipos de cultivos, como los mencionados, no pueden hacer olvidar que en la mayor parte de España interior la producción global cayó hasta la mitad del XVII en cerca de la mitad por comparación a los mejores años del XVI."[4]
En cambio, Zofío Llorente no aplica estas consideraciones tan pesimistas a la industria, hablando más en términos de “agotamiento”, aunque sí que deja entrever una clara desactivación. En todo caso, lo que sí es cierto es que Zofío generaliza en gran parte esta "crisis", pese a que en algunas zonas, como Barcelona o Xaragoza, no se acusó tanto como en la Corona de Castilla, relacionándola estrechamente, eso sí, como el aumento de la fiscalidad,[5]
Lo que sí es cierto, al parecer, es que si hablamos de crisis, no se puede generalizar ésta en la Península a la ligera, pues los casos concretos abundan y, si bien, algunas regiones o ciudades más pobladas la notaron más, algunas zonas rurales aisladas apenas debieron sentirla. De hecho, es evidente que en el tercer cuarto del siglo la recuperación fue ya notable, aunque de una forma menor a la del resto de Europa.
[1] Citado en SANZ AYÁN, C.: "La decadencia económica del siglo XVII". En FLORISTÁN, A. (Coord.): Historia Moderna de España. Ariel. Barcelona, 2005. p. 391.
[2] Que pese a cuestionar el concepto de crisis general para la Europa del XVII, sí señalaba el modelo Mediterráneo, especialmente los territorios peninsulares, como el ejemplo típico d las recesiones sufridas en la época.
[3] Ibídem.
[4] SAAVEDRA, P.: “El mundo rural en los siglos XVI y XVII”. En ALVAR EZQUERRA, A. (Dir.): La economía en la España moderna. Istmo. Madrid, 2006. pp. 56 – 63.
[5] ZOFÍO LLORENTE, J.C.: “La industria en España durante los siglos XVI y XVII”. En ALVAR EZQUERRA, A. (Dir.): Ibídem. pp. 291-369.; "Los fundamentos económicos del Imperio español". En FLORISTÁN, A.: Historia...
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