LA AGRICULTURA EN HOLANDA E INGLATERRA
Los Países Bajos
Si algo caracteriza a la agricultura holandesa en la Edad Moderna es su carácter científico: polders, desecación de tierras ganadas al mar, molinos y toda una serie de avances científico-técnicos determinaban la existencia de una agricultura más avanzada que en el resto del continente.
Un elemento clave a la hora de poder explicar el gran desarrollo agrícola neerlandés viene determinado por el elevado nivel de compra de la sociedad existente en los Países Bajos, superior al de otras partes de Europa. Además, el gran rendimiento de estos cultivos (1/11 frente al 1/6 -1/7 en el mejor de los casos- en el resto del continente), rentabilizaba el alto coste de estas técnicas.
No hay que olvidar, por otro lado, la gran tendencia –mayor que en otras zonas- al uso de estiércol, lo que suponía, a su vez, la necesidad de un gran número de cabezas de ganado estante.
Por otro lado, la agricultura holandesa no dependía tanto del cereal como podía hacerlo el resto de países europeos y, si hacia 1550 un 66% del cultivo total estaba dedicado al cereal, esta proporción irá disminuyendo progresivamente, dedicándose más a los procesos intermediarios que a la propia producción, lo que producía pingües beneficios, pasando a ser, estas provincias, en el eslabón central de la cadena del trigo entre Europa del Este y la Europa Mediterránea. Con ello, los mercaderes holandeses no solamente obtenían beneficios directos, sino también podían cubrir sobradamente la satisfacción básica de cereal en su territorio, viéndose libres de la necesidad de tener que cultivarlo en sus reducidas, preciadas y, sobre todo, ricas tierras.
No hay que olvidar tampoco una serie de factores cruciales: en primer lugar, las instituciones del país (los Estados generales, provinciales), eran mucho más representativos (en el sentido acomodado de la palabra) y tenían mucha más representatividad, que en el resto de países. Además, la mayor parte de la tierra pertenecía a los propios campesinos, que la cultivaban o explotaban mediante arrendatarios que, según criterios capitalistas, satisfacían una renta en metálico. Consecuentemente, había pocas tierras comunales que limitasen los cultivos o impidiesen la cría de ganado.
En los Países Bajos existía, además, una nobleza terrateniente bastante reducida y virtualmente, no había tierras de propiedad eclesiástica tras la derrota española. El poder político residía en gran parte de la burguesía urbana y toda la tierra estaba registrada y era hipotecable. Gracias a ello, la actividad urbana se veía relativamente libre de restricciones gremiales.
Otros factores a tener en cuenta fueron geográficos. No hay que olvidar que los Países Bajos dominaban ríos importantes que permitían acceder a mercados situados en el corazón de Europa. Además, la creación de puertos oceánicos, y el transporte fluvial fueron aprovechados en su máximo exponente.[1]
Inglaterra
El mundo inglés supuso una nueva excepción pues, en la isla, tuvieron lugar una serie de procesos de diversificación agrícola y de nuevos sistemas de propiedad, no conocidos en el resto de países europeos (dejando a un lado, lógicamente, el caso holandés).
Si en la Edad Media la mayor parte de las tierras cultivables inglesas eran de propiedad comunal, progresivamente comenzarán a ser cercadas (los famosos enclousures). Estos cercamientos están en el origen de la revolución agrícola. G. Parker señala que, independientemente de las causas y de los altos costos sociales y económicos del proceso de cercamiento, los resultados fueron francamente notorios: la producción de cereales se incrementó en Inglaterra y Gales en un 40% en el siglo XVIII.[2]
Desde la historiografía de los años 40 y 60 se marcaba una línea muy definida; un proceso in crescendo, sinónimo de una mejora de la productividad. Sin embargo, estudios recientes demuestran que durante el siglo XVI y XVII:
1) Los costes y beneficios de los cercamientos fueron muy limitados.
2) El recurso a los cercamientos no es del todo lineal: a fines de la Edad Media se favorece, pero durante el siglo XVI sufre un parón.
3) Se ha llegado a la conclusión de que la productividad en los cultivos que no se cercaban era igual de buena que con el cercamiento.[3]
4) El fenómeno de los cercamientos no se generalizó en toda la isla, sino que estuvo muy regionalizado.
5) los cercamientos ya no se ven como un cataclismo destructor de una sociedad campesina igualitaria, sino que, al parecer, reforzaron los procesos de relaciones sociales que, en su origen, venían de la Edad Media.
“Por qué Inglaterra y no Holanda”
Para la respuesta de esta obligada pregunta, si nos preguntamos por el explosivo desarrollo inglés y progresivo estancamiento holandés, vamos a recurrir a la tesis de M. Dobb.
Dobb señala el fracaso industrial holandés en el comercio exterior y el negocio de préstamos al extranjero. Pese al precoz florecimiento del capitalismo en Holanda, la inversión industrial holandesa en siglos posteriores pasaría a estar estancada y, en el siglo XVIII, Holanda sería completamente avasallada por Inglaterra en cuanto al progreso de producción capitalista. Las fortunas que podían obtenerse negociando con títulos extranjeros, parecen haber restado a la industria capital y esfuerzos. Debentures ingleses pasaron a ser el principal objeto de especulación en la Bolsa de Ámsterdam, desalojando de esta posición hasta a los debentures de las Indias Orientales Holandesas. Mercaderes importadores y exportadores, cuyos intereses estaban en mantener abiertas las puertas a productos extranjeros, tuvieron fuerza bastante para rechazar la política de tarifas protectoras que la industria estaba reclamando (que no tuvieron lugar hasta 1816, tras el gran declive del comercio holandés); mientras, la escasez de mano de obra se expresaba en su costo relativamente elevado, que obraba como valla para la inversión en la industria. Al mismo tiempo, la industria holandesa de lienzos se veía seriamente estorbada por la merma de su comercio de exportación frente a la competencia inglesa subsidiada (la producción de la industria de blanqueo de Haarlem decayó a menos de la mitad entre el comienzo y el final del siglo XVIII y el número de sus fábricas de blanqueo descendió de veinte a ocho.[4]
Además, y como añadía C. H. Wilson, los préstamos de la Holanda del siglo XVIII, lejos de estimular su desarrollo industrial, los obstruyeron y retardaron, tanto directa como indirectamente. La actitud de los mercaderes y sus aliados, los banqueros, interfirió el libre flujo de capital interno, impidiendo el desarrollo de la industria por este capital comercial. [5]
[1] Consultado en VV.AA., Prácticas de historia económica mundial y de España, pp. 38-40.
[2] G. PARKER, Una introducción a las fuentes de la historia económica europea, 1500 – 1800, p. 147.
[3] Esto, por tanto, se contradice, en parte, con lo expresado anteriormente por Parker, pero no olvidemos que el estudio de Parker no se corresponde con estas nuevas corrientes (es de 1985).
[4] M. Dobb, Estudios sobre el desarrollo del capitalismo, pp. 234-235.
[5] Citado en M. Dobb, Estudios… p. 235.
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